Mr. A

Uno puede sentirse dueño de su destino. Uno puede decirse a sí mismo libre de haber decidido el sentido de cada paso que da. Podría uno decir, incluso, que ha librado batallas importantes por defender sus ideales, alcanzar sus sueños y demás frases que ya suenan más a cliché que otra cosa. Pero la pregunta real es la siguiente, ¿cuántos realmente se han enfrentado a algo imponente por hacer lo que les gusta?

En la búsqueda de oportunidades con mejores condiciones para un mejor y más próspero porvenir (es decir, revisando algunas vacantes de trabajo), me encontré con una que me pareció muy peculiar. Es de una gran agencia de publicidad, transnacional, con colores negro y rojo como bandera y el apellido de un gran publicista por nombre. Esta vacante, para un puesto de Copy Jr. (es decir, los que nos dedicamos a escribir para las marcas), era muy concisa:

No nos interesa tu book, nos interesa tu trabajo real. Dinos en una cuartilla porqué debes quedarte tú con la plaza.

Primero lo pensé como un reto interesante. Era imponente pensar que no tenías un límite establecido de letras o palabras, sino de espacio. ¿Podía reducir los puntos de la fuente si me explayaba? ¿Se valía aplicar doble espacio si no lleno la hoja? No sé, pero me encontré con un reto mucho más grande: Poner en palabras porqué tenía que quedarme yo con ese puesto.

Suena reiterativo y obvio, lo sé, muy apreciados lectores y amigos, pero el reto radicaba en poner en una sola cuartilla todo lo que había pasado por pasar de ser protomédico (como nos decían en la escuela de medicina) a ser publicista. Por más que intenté pensar en un entrada cómica y fresca sin sonar a Yordi Rosado (a quien, personalmente, le tengo un gran repudio), terminé dirigiendo el ejercicio a la persona que solicitaba los aspirantes.

La introducción fue lo de menos, encontré las palabras que, al menos en mi cabeza, sonaban bien para generar el interés de aquella persona que podía cambiar el rumbo de mi carrera profesional. El tema importante fue en el nudo de mi intento de ensayo. Poner por escrito todo lo que pasé mientras iba intentando detallarlo lo más meticulosamente para no perder la emoción que iba sintiendo fue un gran momento. Podía sentir esa necesidad de plasmar lo más fielmente posible cómo recordaba cada momento y qué iba sintiendo con cada letra que tecleaba. 

Escribir que mi primera piedra en el camino fueron mis padres con un berrinche egoísta diciendo que me iba a morir de hambre como comunicólogo y que pensara en mi futuro regresando a la escuela de medicina fue un momento terrible. Era una sensación angustiante, me sentía culpable de haber perdido tiempo y dinero (sobre todo el dinero), pero al mismo tiempo me sentí traicionado y utilizado por aquel par que me dieron vida. «¿Cómo porqué carajos me quieren regresar a la medicina? ¿Qué se sienten? ¡Pinches egoístas!» pensaba mientras iba escribiendo. Después pasé a la parte de volverme publicista: «No seas cabrón, ¿publicista? ¿Sabes que esos cabrones se mueren de hambre? Te hubieras metido de conductor de televisión, de locutor o de analista de partidos a ti que tanto te gusta el fútbol». No podía creer lo que había aguantado tanto tiempo atrás y que ese momento, mucho tiempo después llegaba a mi mente disfrazado de cachetadón con guante blanco (de box y con yeso, aparentemente). Me sentí enoojado, triste y ardido. Quería enfrentarme a ellos y decirles de frente que, a pesar de sus ideas, yo estaba haciendo lo mío y lo estaba haciendo lo mejor posible. Que ese esfuerzo que estaba -y estoy- haciendo me había dado la oportunidad no sólo de mantener todos mis gastos si no de pagarme algunos lujos y que, al final, ellos también habían necesitado, directa o indirectamente, de mi ayuda profesional. Este último pensamiento me regreso a un estado de tranquilidad, de poder presumir que había vencido a un gran rival, que no enemigo, como es la presión de los padres.

Después, me enfrenté a otra sensación muy rara y que tiene que ver con la introducción de este tema. Si te vas a enfrentar al mundo, no bastan las ganas. Si vas a pelear por algo, vas a pelear inteligentemente y con metas medibles, alcanzables y mejorables. Pasar de un insignificante trainee de cuentas a un copy creativo llevó muchos cambios, muchos tropiezos, pero, sobre todo, mucha frustración. El trabajo como copy conlleva una alta tolerancia a los abusos, a los berrinches del jefe y/o cliente y a las tendencias. ¿Está mal? No, para nada. Es un mal necesario si quiere verse así y es una prueba constante de qué tan fuerte puedes llegar a ser para defender lo más importante en este medio: tu creatividad y tu talento. Te renuevas o te estancas, así de sencillo. Quise destacar esa mentalidad que se supone nadie tiene pero que todos ponemos en práctica de una u otra forma. Me jacté de ser uno de los portadores de esa mentalidad y que era esa la llave que me había abierto las puertas en el camino que me dejaban donde estaba al escribir ese documento. No sé a ciencia cierta si era un buen o mal camino, pero es el que yo había decidido crear para mí y que me tenía conforme, contento y motivado para seguir avanzando. 

Finalmente, hablé de la satisfacción que me causa ese trabajo. Me encanta escribir (aunque no siempre tengo tiempo para hacerlo para ustedes, los llevo en mi cabeza cada vez que tengo una computadora o pluma a mi alcance) y saber que puedo ganarme la vida haciendo eso que tanto me gusta lo considero un gran privilegio. No soy un abogado prestigioso, ni un gran científico y mucho menos un aspirante a la Presidencia de nuestro país, pero tampoco pretendo serlo. Escribir es algo que disfruto y que, al final, lleva al gran abogado, al gran científico y a nuestro presidente a leerme y hacer algo que pretendo que hagan, como comprar un producto, adquirir un servicio o registrarse en algún sitio web. Eso, queridos lectores, me llena como pocas cosas en la vida. Las letras no respetan género, niveles socioeconómico, religión o raza. No. Todos leen. Podrían no leer a Murakami o a Saavedra, pero leen revistas de chismes, periódicos amarillistas o anuncios (Hola. 🙂 ).Todo mundo tiene algo que leer y eso, después, lo comentan con alguien más, lo critican o lo apoyan, pero le dan pepetuidad, continuidad o volumen a lo que escribiste en una computadora o en una hoja de papel. 

Terminé el documento. Rendido a la computadora y con ganas de seguir escribiendo, me dispuse a mandar el documento que me había hecho escribir y tocar muchas fibras sensibles dentro de mí. De pronto, la peor de las sorpresas. Esa vacante se publicó en agosto. La vi tan solo 7 meses después de publicada. Opté, por lógica llana, no enviar el documento a esta persona (que seguramente se habría reído por siglos de lo tarde que la envié o que, por otro lado, ni siquiera recordara que había solicitado ese ejercicio), pero opté por guardarla por el gran significado que tuvo para mí. Escribir sacó muchas cosas que tenía guardadas y que, por la razón que fuere, no había revivido después de tanto tiempo. Sabía que eso, sin embargo, debía ser leído por la gente que gusta de leer, escribir o ambas. Si alguno de ustedes la quiere leer, con gusto la compartiré.

Para mí, significa mucho que se tomen la molestia de leer estas letras y que las comenten conmigo después. Critíquenlas, destrócenlas, pero léanlas. Si les gusta, díganmelo. Les agradeceré siempre que me lean y que se tomen la molestia de preguntar y discutir conmigo sobre las cosas que escribo, tanto para mis clientes y sus campañas como lo que publico en este blog como válvula de escape, catarsis o simple anecdotario dominguero.

Esto, señores, despierta pasión.

Esto, queridos amigos, despierta MI pasión.

¿A ustedes les apasiona lo que hacen? 

Si no es así, ¿qué esperan para corregir el camino?

P.

La unión hace la fuerza: La realidad de mis Pumas.

Hoy, como cada partido de local de mis amados Pumas de la UNAM, asistí al estadio. El partido era contra San Luis, un equipo que normalmente se le complica pero hoy pintaba para ser un partido medianamente sencillo. El ritual era el mismo de siempre, entrar con mi señor padre al estadio, saludar a los amigos con los que normalmente coincidimos y sentarnos a ver el juego mientras botanas, cervezas o refrescos pasaban por nuestras manos.

Pero este partido fue distinto, tenía unos tintes particularmente malos y no me refiero, solamente, al accionar del equipo en la cancha. Había cosas raras ahí adentro que era difícil no notar. El equipo, los Pumas, ha tenido siempre una mística especial. No es comparable, sin afán de demeritar a ninguna otra institución, con ninguna otra afición. Pumas es un equipo que ha logrado, a nivel afición, crear una lealtad y vínculo especiales con su hinchada (desde las familias que asisten cada 15 días al estadio de CU como Molotov y Los Estrambóticos haciéndole canciones al equipo), esto se nota. Pero hoy, todo fue distinto. El estadio se sentía desangelado.

Esto podría ser por la reciente inclusión de Mario Carrillo como entrenador de mi amado equipo. Carrillo, hombre siempre polémico y con desafortunadas declaraciones en el pasado contra el equipo y su afición, había aparecido ante los medios pidiendo la oportunidad de demostrar que podía lidiar con el peso de una institución que apostaba por él, a pesar de las opiniones de las porras.

El partido inició y terminó en la misma tónica. Un partido osco, sin mayores emociones, y mostrando a un equipo universitario que se volvió incapaz de reaccionar antes el gol del equipo visitante.

Aquí viene lo que me motiva a escribir esta vez y que me hace esperar ansiosamente que ustedes, a su vez, me comenten algo de esto si fueron al estadio.

A falta de poco menos de 15 minutos para que finalizara este infumable cotejo, el Estadio Olímpico Universitario, histórico inmueble donde juega el cuadro del Pedregal, se unió en una sola voz. Esta voz, sin embargo, no era para apoyar al equipo y arengarlo a buscar las anotaciones que revirtieran la ventaja del visitante. La voz del estadio coreaba al unísono frases como «Carrillo es culero!», «Fuera Carrillo», «Carrillo es un maricón». Este fenómeno me resultó imponente, escuchar a casi 16,000 gargantas corear estas frases en contra del personaje que antes había atacado al equipo y que hoy, casi hipocritamente, dirige. Me generó un escalofrío que me recorrió la espalda completa escuchar a todo el estadio y ver gente de todo tipo corear al mismo tiempo las frases, mientras que el susodicho, Carrillo, no sabía qué hacer. Daba vueltas en su área técnica como león enjaulado, se metía a la banca y salía. El punto en que, a mi parecer, hizo que todo reventara, fue cuando sacó a Javier Cortés. Al salir del terreno de juego, Cortés se dirigía a la banca a sentarse y le dio la mano al entrenador. Sin embargo, Carrillo no le soltó la mano y lo jaló hacia él para decirle algo al oído. Acto seguido, Cortés caminó cabizbajo hacia la banca, de la que no salió hasta el fin del enfrentamiento.

Ya pegado al término del encuentro, la Rebel, una de las más emblemáticas (y conflictivas) barras de apoyo a los Pumas, empieza a entonar de forma impactante el ya famoso «¿Cómo no te voy a querer?». Ese momento, amables lectores, me generó un gran shock. No habían terminado de darle la vuelta al primer verso cuando ya todo el estadio estaba entonándolo. Al empezar la segunda entonación de este cántico, el estadio completo lo cantaba.

Carrillo, mientras tanto, volteaba nervioso a ver el reloj. Ignoro si era para saber qué tiempo quedaba disponible para una jugada que le diera el empate o cuánto tiempo más tendría que soportar la humillación de la que era víctima por parte de la afición que se había unido para cantar en su contra.

Al término del partido, regresaron los cánticos contra Mario Carrillo. Su actitud era la de evitar momentos incómodos. Se despidió con un apretón de manos del tecnico rival y caminó rumbo al centro del campo. Se despidió de mano de cada rival que encontraba a su paso y a cada uno de sus ahora pupilos los abrazaba y les decía algo al oído. Llegó el momento de abandonar la cancha para ir a los vestidores que se encuentran al interior del estadio. El primero en bajar fue el mencionado Javier Cortés, cabizbajo aún, volteando a saludar a la afición de forma tímida, como el niño que rompe el vidrio jugando en la calle. En seguida, salió Carrillo, a paso apresurado y sin dirigir gesto alguno a la afición. Un vaso que contenía cerveza fue hábilmente detenido por un elemento de seguridad aunque unas gotas aún cayeron en el cuerpo de Carrillo quien no escondió el malestar que esto le causaba. El siguiente en abandonar el terreno de juego fue el capitán Darío Verón, quien saludaba a la afición con un gesto de pena. Él, sin embargo, salió entre palmas.

La unión hace la fuerza y los comentarios vertidos en los medios con respecto a este partido sólo hablan de cuánto podría aguantar más este entrenador la presión de una afición que está en total desacuerdo con su contratación.

Hoy, la unión hizo la fuerza en Ciudad Universitaria. El equipo perdió y no dejó un buen sabor de boca, pero eso tiene solución. Carrillo, como entrenador, tiene una empresa más complicada de la que alguna vez imaginó. No tanto por el desempeño del equipo si no por que él, como entrenador, sentirá la presión de jugar siempre con el estadio en su contra, tanto de local como de visitante. La lealtad de la afición de los Pumas es hacia el escudo, a su historia, a sus principios y a sus jugadores. Entrenadores vienen y van y sabemos reconocerlos cuando manifiestan el mismo amor a la institución. Carrillo, sin embargo, es el enemigo en casa. Es el que, erroneamente, eligieron para enderezar el camino y solamente parece encorvarlo más habiendo dirigido solamente un partido.

¡Goya, Carajo!

¡Goya por la gente que sí ama al equipo! No por aquella que solamente ve el escudo como al patrón que quincenalmente paga.

¡Goya, Universidad!

Tenemos lo que merecemos…

Hoy, domingo 1o de julio del 2012, ha sido un día histórico para nuestro México; ese México del que nos enorgullecemos más cuando gana un partido contra Martinica que cuando tiene un avance social por que así debe ser.

En este momento, las tendencias indican un resultado favorecedor para el PRI y su candidato, Enrique Peña Nieto. Ese partido al que se le vincula directamente con la corrupción, la injusticia y el «estar donde estamos», regresa al poder después de haberlo perdido hace 12 años ante un candidato que prometía u cambio.

Pero aquí el punto medular no es si ese partido regresa o no. El punto importante es saber qué hemos hecho y dejado de hacer por nuestro país. Es muy cómodo (y tristemente muy común) sentarse a esperar a que llegue un político con ganas de sacar a nuestro maltrecho México del hoyo en el que está. Es decir, es estar de agachones, mediocres, dejados y víctimas esperando a un salvador. Estamos esperando que alguien nos salve sin que nosotros hagamos el menor esfuerzo. En la actualidad, se ha desvirtuado el «luchar por un ideal de país» pasando de hacer acciones concretas de mejora por sentarse detrás de una computadora todo el día y estar escribiendo pendejadas en Facebook y Twitter a favor del candidato de nuestra predilección y en contra de todos aquellos que representan su contraparte. ¿Es en serio que así esperamos que nuestro país cambie? ¿Es en serio que solo desacreditando a nuestras instituciones vamos a cuestionar a nuestro gobierno? Estamos en pañales, señores. 

Digo lo anterior lleno de rabia e impotencia. Mi voto fue por el candidato ganador y aún así no estoy ni cerca de contento. Me enerva ver que si todos estamos conscientes del problema que tenemos como país nos dividamos aún más. Somos como niños chiquitos: Si no gana mi equipo, que se jodan todos los demás aunque a mi no me sirva de nada y, lo que es más preocupante, que se chinguen aunque me chinguen a mi también. ¿Es en serio que con esa mentalidad tan pobre vamos a luchar por el futuro de nuestro México?

Déjenme poner un par de ejemplos:

En China, cuando los empleados de las fábricas no están de acuerdo con lo que los patrones determinan como condiciones laborales, trabajan de más. ¿Qué se logra con esto? Que el patrón que está abusando tenga una sobreproducción y lo obligan a malbaratar o perder su producto. Eso, por supuesto, afecta las finanzas del patrón y el panorama no cambia hasta que arregle el problema (si los deja sin acceso al lugar de trabajo, la producción se vuelve nula).

En EU cuando les aumentan el precio de la gasolina, dejan de usar los automóviles. Esto genera un efecto parecido al caso de China. 

¿Qué tienen estos casos en común? LOS DOS PAÍSES SON POTENCIAS MUNDIALES.

¿Se dan cuenta de esto o soy sólo yo con mi mente rosa? El cambio que tanto buscamos está en nosotros como sociedad. Ese poder de cambio vive en nuestro día a día y en hacer que, con nuestras acciones de trabajo y de convivencia, se fomenten los planes que son benéficos y no aquellos que atentan contra nuestro bienestar. 

Leo constantemente en Twitter «Tenemos el gobierno que nos merecemos». Y sí, es una verdad innegable, pero también pongamos esta frase en nuestras mentes «Tenemos la situación social que merecemos». ¿Porqué? Por los siguientes casos:

-Por que seguimos dando mordida: Nos quejamos de la corrupción pero somos los primeros en propiciarla. Si un agente no quiere/puede propiciar el movimiento corrupto, resulta ser «un ojete» por que sí hizo válido el traslado de un automóvil al corralón y hay que ir a pagar una multa y un traslado. No conforme, el gobierno hace descuentos en las multas para que el ciudadano no sea afectado mayormente  por el pago de la multa…  ¡y ni así lo hacen!

-Por que seguimos tirando basura: Mil quejas de que la ciudad está sucia siempre, que se ve horrible, que siempre que lleve se inunda. Claro, pero no podemos dejar de tirar las colillas de cigarro en el pavimento mientras manejamos, seguimos tirando residuos de grasa en las tuberías cuando se sabe que ésta las tapa, seguimos aventando a las coladeras todos los residuos sólidos como si no hubiera un sistema de recolección de basura en toda la ciudad. Cuando se hacen obras en la ciudad, definitivamente no se van a ver reflejadas por NUESTRA PROPIA INCONCIENCIA y, no conforme, decimos que nos están robando. ¡¿Es en serio?!

 – Porque seguimos atacando a las instituciones: Es muy fácil atacar al agente de tránsito gritándole el insulto de su predilección mientras vamos en nuestros autos. Es muy fácil mentar madres cuando la vieja malencarada de la ventanilla 14 nos rechaza los papeles por que no los llevamos completos y decir que tenemos un sistema rígido y sin sentido. ¿Porqué no mejor hacer las cosas bien desde el principio? Yo tengo un par de experiencias muy satisfactorias con esto y, tristemente, cuando las cuento nadie me cree. 

– Porque seguimos siendo racistas: Hablamos de igualdad y de apoyar a la gente de color y esos casos mediáticos y mercadológicamente atacables. ¿No es discriminación cuando le dices «naco» al niño que te vende chicles? ¿No es discriminación decirle «india» a la que no se viste como tú? ¿No es discriminación decirle «gato» al sirviente que te arregla la vida todos los días? ¿Le dices «puto» y te burlas del compadre que trabaja contigo por que es homosexual? Lo triste es que, siendo así, te atrevas a criticar al gobierno por que sus programas de mejora social son una tristeza. La tristeza es tu actitud medieval.

No hemos sido capaces de ver más allá de lo obvio y pensar que si nosotros hacemos lo que nos corresponde, los errores y mierdas del gobierno (que por supuesto que están y existen) van a ser más evidentes y va a ser más fácil para nosotros saber quién nos está haciendo las marranadas y, ahí sí, poder ir sobre el responsable.

Criticamos a EPN por que no lee, a AMLO por que no habla inglés, a JVM por que tiene un discurso sexista…  ¿Y nosotros? ¿Cuántos libros leemos al año? ¿Cuántos de nosotros hablamos inglés o más idiomas? ¿Cuántos de nosotros no hemos sido víctimas o hemos sabido de casos de abuso de género? ¡Carajo! Eso no es otra cosa que el reflejo de lo que vivimos de forma cotidiana y, aún así, nos atrevemos a señalarlos y pendejearlos A TODOS como si nosotros fueramos perfectos. ¿Saben qué es lo peor ¡CLARO QUE PODEMOS HACERLO! Podemos hacerlo el día que atendamos nuestras propias carencias y nos demos un soporte apenas suficiente para poder señalarlos y exhibirlos con fundamentos.

Hablamos de reprobar a nuestros gobernantes, pero nosotros también estamos más que reprobados como sociedad. Lo digo triste y enojado, por que soy parte de esa sociedad que se ha encargado de madrearse a sí misma y, cobardemente, endilgar todas sus carencias a gobiernos que jamás van a poder lograr nada si no cuentan con el apoyo del pueblo.

Criticamos la intolerancia y el rechazo pero somos intolerantes y rechazamos al ganador de una contienda que, por cierto, ni siquiera ha terminado. En este momento, hay gente en el Zócalo de mi ciudad gritando «¡Fraude! ¡Fraude!» cuando el conteo de votos recién comienza. Es imposible querer tener un buen panorama social con una actitud tan triste. Somos una tristeza como sociedad.

Señores, el cambio que tanto queremos todos está en nosotros. Está en nuestro trabajo, en nuestra convivencia diaria, en lo que hacemos y dejamos de hacer. Cosas tan simples como abrirle la puerta a alguien, respetar las señales de tránsito y pagar impuesto pueden marcar un cambio. Pueden ser el susto que tanto anhelamos darle a nuestros gobernantes para que se vean que no somos pendejos y que también podemos bajarlos del lugar de poder donde están.

Pero no… sí somos pendejos y no nos atrevemos a bajarlos del lugar de poder donde están. Eso, señores, eso es una falta de huevos.

Tenemos el gobierno y la situación social que merecemos…  porque nosotros mismos nos la hemos generado.

132, Televisa y la (probable y posible) metamorfosis de la actual situación.

Hoy fue un día que podría, muy fácilmente, pasar a la historia. Una marcha originada y pensada por estudiantes paralizó unas de las avenidas más importante de la Gran Tenochtitlán como una manifestación en la que se exige a las empresas mediáticas dar igualdad en la cobertura a todos los candidatos. Al mismo tiempo, los candidatos que aspiran a la Presidencia de nuestro país se agarran de donde pueden para mejorar su imagen o, lo que me parece repugnante, se dedican a intentar desacreditar a sus contrincantes. Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar en lo que pueda pasar si estos movimientos encuentran aceptación en los principales actores políticos y sociales a los que se dirigen?

Voy a lo siguiente, ¿qué pasa si Televisa realmente le da a los jóvenes (cuya postura apruebo y apoyo) lo que están pidiendo? Pensemos que el día de mañana la televisora de San Ángel les da espacio para expresión, abre un foro de discusión política imparcial y permita finalmente una transmisión justa de los procesos electorales que vienen. ¿Seguirían los jóvenes con una postura de rechazo a esta televisora? Creo que no. Televisa es experta en hacer cosas positivas de problemas grandes a los que se enfrenta. Tiene estrategias de acción que nos pueden cambiar el punto de vista de la noche a la mañana con cosas que pueden ser tan simples como generar un comercial emocional o tan intrincadas como eliminar a sus principales caudillos… Digo, comunicadores.

En Tercer Grado (probablemente como un primer paso a alcanzar este supuesto que les menciono), los periodistas se le estén yendo al cuello a Enrique Peña Nieto y él, con notables gestos de incomodidad, esté sacudiéndose la presión. Trae un trabajo de vocería muy bien planeado por su equipo de asesores y por lo mismo, no ha cedido antes las provocaciones. ¿Qué pasaría si mañana este candidato logra llegar a la Presidencia e incluye en sus tareas las peticiones del movimiento estudiantil? Quedaría, a mi entender, en una postura totalmente favorecedora para sí mismo.

¿Alguien ha pensado en eso? Estamos tan acostumbrados a recibir negativas de los líderes políticos y de opinión que probablemente no sepamos como reaccionar si tenemos una (verdadera) reacción positiva. Sería una dura prueba para la objetividad de los movimientos que actualmente se suscitan.

Se va a poner bueno el próximo mes.

Stay tuned.

Haters will hate…

Hoy es un dia raro. No quiero decir si es triste, confuso, melancólico o reflexivo; tiene muchas más que estas sensaciones y, por lo mismo, muchos más que sólo un sentido para entenderse. Hay muchas opciones para donde correr, pero pocas oportunidades para elegir. Así que, antes de empezar a escribir en forma esto, quiero que me sigan en esta metáfora en la que tocaré todos los puntos como si estuviera en lo alto de una torre; es decir, podré hablar un poco de todo para poder ver un poco de todo, pero no hablaré de una sensación nada más por que me interesa que se conjuguen todas.

Ahora sí..

Es un día raro, no me atrevo a definirlo y no quiero hacerlo. Quiero expresar a cabalidad una situación que me hace un destinatario único de señales que me hacen solamente sonreír burlonamente de eso que la mayoría llaman «destino».

Pienso en que te extraño, en que en cierto modo me haces falta. No sé plenamente si es sólo mi impresión o de verdad necesito tenerte a mi lado. Pienso en ti y no puedo evitar irme de corrido, leo tu nombre y en automático me dan ganas de decirlo, me cuentan de ti y no puedo más que pensar en los momentos tan buenos que pasé contigo. Te extraño. Te extraño mucho aunque no te lo merezcas. Te extraño aunque no se justifique y, lo que es aún peor, te extraño aunque sé que me extrañas tu también y no tuviste los pinches pantalones para dar un paso hacia eso de lo que tanto presumías y buscabas. Eso que creíamos que te sobraba y que, contrario a la gente como tú, demostraste para dar pie a cosas grandísimas. Eso, espero que lo aprendas ahora, se llama madurez. Es algo bien complejo y no viene con la edad, viene con los madrazos de la vida, con los momentos malos y el aprender a superarlos. Viene con los momentos buenos y el aprender a generarlos lo más frecuentemente posible. Esa madurez, que es lo que único que te faltó, es lo que hoy tanto te recriminas. Si la tuvieras, hoy no serías un recuerdo del que, burlonamente, digo que tengo en un lugar especial y serías, por el contrario, una realidad lo suficientemente motivadora y satisfactoria para ser MI motivo. En fin, espero que tu madurez llegue pronto, pero lejos de aquí, que es donde, finalmente, tienes ganas de estar. En fin, te llevas una parte de mi sonrisa, un suspiro constante y una presencia en mi mente difícil de borrar.

Ahora tú, debe ser terrible ser tú. No me gustaría para nada estar en tus zapatos, de verdad. No entiendo, ni entenderé jamás, qué sientes al buscarme cuando estás con alguien. ¿No te das cuenta lo ofensivo que es PARA TODOS esto que haces? A mí me das a entender que, de verdad no vales nada. NADA. ¿No has notado que no quiero verte ya? ¿Es en serio que no lo notas o de verdad te gusta que te traten de la chingada? Me impresiona y me entristece tu poca dignidad. No por ti, evidentemente, es que me entristece esto. Es por los malos ratos que me has hecho pasar, por que lograste sacar lo peor de mí y por que pudiste hacer lo que nadie ha hecho: hacerme despreciar tanto a alguien al grado de querer pisotear su dignidad frente a su cara. Pero no, me la pelé. Yo quería hacerlo pero lo hiciste tú sola.

¿Sabes qué es lo mejor? Seguramente estás leyendo esto y no me vas a decir nada para fingir que no pasa nada. Te invito a tener huevos y afrontar la situación como se debe. Debe ser horrible, reitero, decir que estás enamorada de alguien más cuando me sigues buscando después de tanto tiempo de haber terminado. No sé, igual y solamente sigues caminando, como lo dijiste la última vez que te vi. Creo, nena, que vas en el sentido equivocado. Ten cuidado, sigues repitiendo los mismos patrones con él, los mismo patrones de conducta que me hicieron sentir la lástima que hoy te tengo.

Creo, en sus respectivos casos, que pensaron de forma muy egoísta. Desafortunadamente para sus causas, y afortunadamente para las mías, el karma es un grandísimo hijo de puta que se las cobra cuando más duele y cuando menos se espera. Platíquenme, ¿Cómo les ha ido? Ha de ser terrible estar en sus zapatos ahora. ¿A mí? Me da por escribir este tipo de cosas cuando me aburro. Al final, haters will hate, esa frase aplica perfecta y constantemente en todos nosotros. Es el mismo fondo pero es distinta la forma.

A ti, no tengo nada qué decirte. Simplemente el tiempo pone las cosas donde deben estar y mientras tú te atormentas, yo la paso decentemente.

Y ahora contigo, Haters will hate, pero mi forma es más divertida, creo. Me ha hecho reír, más que lamentarme, de ti. Me da la oportunidad de poner mi «cara de mamón y sonrisa insoportable», como alguna vez me lo dijiste, a la menor provocación y que sepas que es por y para ti. Eres la causa, en efecto, pero no para algo bueno. Te convertiste en mi chiste, eres mi burla, eres eso de lo que me río cuando estoy de buenas y a lo que le tiro a matar cuando estoy de malas. En fin, sigues presente en mi vida, pero no eres ni la sombra de lo que representaste alguna vez.

Haters will hate, en efecto, y yo lo hago también. Lo hago mejor que tú y está más que probado. Quiero saber qué piensas de tu novio cuando me buscas. Me da curiosidad saber qué pasa por  tu cabeza cuando me escribes, me mandas mensajes, me dejas notas o me buscas. Lo digo así, con ese desprecio y este aire irónico, por que nunca haría algo así a alguien que «quiero»; pensar que existe alguien que tiene tan poco criterio como tú para jugar con el corazón de alguien, mientras busca hasta el acoso a otro, me da morbo.

Haters will hate y lo voy a seguir haciendo hasta que encuentre algo más divertido. En ese momento, no sé qué será de ti. Dejarás de tener ese dejo de atención, aunque sea para burla, que hoy tienes. Serás nada. ¿Qué harás entonces? También me da morbo saberlo y me muero por verlo.

En fin, creo que te haría bien seguir caminando. Camina lejos y sin voltear, nena, que acá, para ti, ya no hay nada.

Just one of those days..

Y es en un día como hoy que te vuelves a aparecer con todo eso que me hizo mandar todo a la chingada alguna vez y dedicar mi atención solamente a ti…

Me alarma notar que bastó solamente un mensaje tuyo para volver a sentirme débil y vulnerable. Con todo tu estilo, directo y desenfadado, ese mensaje le dio otro sentido a este estado de ánimo tan volátil que he tenido los últimos días y del cual te culpo sólo a ti. Has estado en mi mente y esto no me genera más que una gran incertidumbre, no sé que piensas (si es que has pensado algo), no sé si tus «problemas» se resolvieron o complicaron, no sé si sigues queriendo estar aquí o tienes ganas de desaparecer. De lo único que estoy seguro es que no pasa un día sin que piense en ti, sin que anhele un mensaje tuyo o que pierda la cabeza, aunque sea por segundos, por hacer algo para poder verte. Pero no…  Estoy respetando tu decisión… Con toda mi fuerza de voluntad estoy haciendo lo que puedo para no contravenir lo que antes acordamos, aunque me muera de incertidumbre, rabia o tristeza.

No sé por qué siento esto. Sé que te quiero y que me importas, pero no sé por qué es esto algo tan fuerte. Creo que probablemente esté llevando esto a un plano de idealización o que esté manifestando solamente mi frustración de no haber podido realizar todo lo que alguna vez pensé contigo. Pero…  no es fácil no hacerlo. De uno u otro modo sigues aquí y se siente bien y no quiero que nada ni nadie cambie eso. Probablemente me gustaría cambiar la forma en que estás en mi vida, por que el fondo, a mi entender, ya es el adecuado. No sé si el tiempo fue mucho o poco, pero puedo saber a ciencia cierta que fue lo suficientemente bueno para no poderte sacar de mi cabeza. Aún imagino, como hace meses, que en algún momento te aparezcas por esos pasillos y que pueda ser el motivo perfecto para reencontrarnos y estar juntos otra vez. Imagino, como hace unos meses, como se sentirá poder tomarte de la mano y besarte de nuevo. Pienso siempre en el momento de poder estar junto a ti de nuevo, sin los fantasmas que alguna vez atormentaron la estabilidad de nosotros y que hoy, aparentemente, se han ido.

Te extraño, de eso no me queda duda.

Te extraño como pocas veces he extrañado a alguien. Me encantaría salir corriendo por ti en este momento y poderte decir todo esto a la cara, pero no lo haré… No es el momento, y eso no lo decido yo.

De verdad espero que nunca leas esto..

Every Breath You Take

Todos sabemos qué es el amor, lo hemos experimentado en diferentes etapas de nuestras vidas y con distintas personas. Sin embargo, muchas veces puede confundirse con algo que no sé a cabalidad como definir pero que  puede despertar el lado más salvaje y arrebatado de una persona, cegarlo y hacerlo perder la proporción real de las acciones se hacen. Lo realmente triste de esto es que, en una perspectiva egoísta y con un contexto emocional semi-hollywoodense, el que realiza estas acciones podría verlas como parte de una escena de amor arrebatado y sin fronteras, cuando, en realidad, son acciones que ni siquiera reultan halagadoras, sino que incomodan y atemorizan a  la persona que lo provoca estas acciones. Quiero contar una historia de un personaje que puede resultarles conocido a algunos de ustedes. Lo llamaremos Jhonny (sí, mal escrito solo para mantener la coherencia).

Jhonny, por azares del destino conoce a la niña ideal: guapa, de excelentes valores y proveniente de una bonita y amable familia. Según alguna vez me contó Jhonny (sí, él mismo me contó las cosas que hizo «por amor», más adelante entenderá el porqué de las comillas) estaba perdidamente enamorado de ella, era la personificación de la mujer que siempre había soñado. Tenía, según sus palabras, esa sonrisa que era capaz de embrutecer al más frío de los hombres y una voz que fácilmente podría hacerse escuchar porla particular dulzura tanto en el timbre como en el tono de voz.

Un día, Jhonny decide visitar a María (inventaré el nombre para esta historia) en la puerta de su escuela. Nunca supe cómo fue que Jhonny supo la preparatoria a la que iba, solo sé que un día lo encontré ahí, cuando fui por mis amigas para irnos a una reunión y entre mis amigas iba María. Para nuestra sorpresa, Jhonny se acercó, saludó y trató de encajar en la clásica plática entre niñas en la que ningún hombre puede entrar. Por supuesto, fue rechazado en esa conversación. Cuando nos alistábamos para partir, María llega a su carro y lo encuentra totalmente limpio y brillante cuando TODOS los demás autos estaban sucios por los remanentes de una incipiente lluvia matutina. Al llegar a la puerta del conductor de su auto, encontró un mensaje, escrito meticulosamente con la suciedad «Me gustas». La reacción de María fue llamarme para ver eso, cosa que, en un primer momento, me resultó cómico. Todo el encantó se perdió cuando vimos a Jhonny, escondido detrás de otro auto unos metros más adelante, viendo fijamente hacia el auto de María. En ese momento, sabíamos que algo pintaba para estar muy mal.

Algunas semanas después, y con esto vuelto una curiosa anécdota de viernes, salí con María a platicar. En ese momento, yo moría por una de sus amigas y justo ese punto planeábamos tocar. Al llegar al lugar donde habíamos acordado, María tenía el rostro desencajado, se le notaba nerviosa y no podía mantener una conversación coherente e inteligente, como era su estilo. Al preguntarle si todo estaba bien, me comentó que le habían llegado misteriosamente unas flores a su casa con una nota que decía que la visitaría en la noche y que esperaba poder tenerla entre sus brazos como siempre la había soñado. Después de algunos minutos, me comentó que había visto a Jhonny, varias veces pasar caminando por su casa. Fiel a mi estilo y tratando de sacar una broma de esa situación, le comenté que probablemente él solamente quería llegar a otro lado o andaba perdido. María me dijo que eran horas no comunes, rondaba de noche y que, en ocasiones, se quedaba mirando hacia su ventana durante algunos minutos y después se iba. Llorando me dijo que no sabía qué hacer, que había pensado en llamar a alguna patrulla que lo retirara de ahí pero temía que él fuera a hacer algo peor. En ese momento, acordé con María que, aprovechando que vivíamos relativamente cerca, podría ir a hablar con Jhonny cuado lo viera sin que esto representara un riesgo para nadie.

Un par de semanas después, recibí una llamada en miércoles, alrededor de las 11 de la noche. Era María, quien, llorando, me pidió que fuera a ayudarle. Sus padres estaban de viaje y su hermana menor estaba aún más asustada que María. Había llamado a la policia y había avisado al portero de su pequeño condominio pero decían no haberlo visto. Cuado llegué a casa de María, María me comentó que ya se había arreglado todo, que la patrulla había vuelto a pasar y que lo habían visto correr hacia Insurgentes. El cuidador del condominio había confesado que Jhonny le había ofrecido algo (no recuerdo qué fue) para ayudarle a materializar su plan de conqusta, como él lo llamó. El plan era entrar a la cochera de casa de María y, ahí, sorprenderla con un otro arreglo floral y un discurso preparado especialmente para ella. Después de ese día, Jhonny nunca más volvió a acercarse y María tuvo un escolta durante algunos meses.

Tiempo después, María se cambió de casa y encontró el amor con el hombre que, hasta la fecha, es su novio. Hoy lo platicamos como una historia burlona y ácidamente relacionada con el amor. Sí, relacionada con el amor que Jhonny nunca sintió hacia sí mismo ni hacia María, a quien solamente vio como la persona que representaba todo lo que el buscaba.

No sé si Jhonny, llegue a leer esto, pero espero que lo haga para que note lo pobre que es su criterio para interpretar. Me hace pensar en aquellos que piensan que «Every breath you take» de The Police es una canción de amor, cuando en realidad es de algo que dista mucho de eso, justo como sus acciones.

 

EL CASO «MAREO FLORES» o la historia de cómo el Estado se volvió un ente paranoide.

**Antes de entrar en tema quiero dejar en claro dos cosas:
1.- No volvamos mártir a Mario.
2.- No pretendo volverlo tal con el texto que a continuación presentaré. Debo, de hecho, destacar que lo conocí cuando empezaba a tener experiencia laboral y no es una de mis personas favoritas, aunque, de igual modo, es de reconocer lo admirable de su trabajo.

Hoy, domingo 13 de noviembre del 2011, sucedió algo que raya en lo absurdo, pero, por desgracia, no en lo nuevo. Mario Flores, un twittero radicado en la Ciudad de México, fue detenido y trasladado a las instalaciones de la PGR en la Plaza de la República. Esto sucedió por tweet en el que, con un aire de burla ácida, celebra el salir temprano de su trabajo y pide a los funcionarios de gobierno que se cuiden.

Esto es todo lo que se necesita saber del caso.

Mucho hemos oído, especialmente en el caso de los detractores del «viejo régimen», como usualmente es llamado, que nunca se respetó el derecho a la libertad de expresión y que la gente que tenía cierto alcance comunicacional debía tener particular cuidado con sus palabras. Se hablaba de un régimen autoritario, en el que todo debía correr siempre en favor del gobierno. De no ser así, se podría privar de la libertad a alguien hasta hacerlo retractarse y modificar su conducta (o desaparecerlo si se daba el caso).

Hoy, en plena recta final del 2011 (Sí, 11 años después del cambio de partido en el poder y que prometía un cambio de raíz a las viejas prácticas represivas) podemos darnos cuenta que esta situación no tiene nada ni de vieja, ni de superada.

Mario, como otros casos recientes, es el claro ejemplo de esto. Una burla indirecta a una situación que, aunque delicada, tenía todo el derecho de ser publicada, leída y criticada, pero nunca censurada.
El modo en que la detención de Mario sucede se da en un contexto de infame abuso de autoridad, sin una orden escrita y sin un delito qué perseguir. aunado a esto, se realiza con un flagrante manejo de información privada, como lo es la dirección de su casa.

Mi cuestionamiento a esta postura de criticar la TOTAL FALTA DE LIBERTAD DE EXPRESIÓN que en nuestro país impera es el siguiente: ¿Qué nos hace diferentes al viejo régimen? A mi entender, solamente el dígito que nombra al año en que las cosas están sucediendo por que esto, a mi entender, se pone cada vez peor.

Vivimos en una nación donde periodistas, tanto de medios masivos como de otros de un impacto mucho menor, desaparecen durante días para después aparecer inertes, arrojados al aire como si fueran bolsas de desperdicio, con señales de tortura y muertes que rayan en lo humillante. Una nación donde tener una profesión que implique la emisión de mensajes se considera de alto riesgo e invita a eliminar la objetividad y cambiarla por el apoyo a una postura ideológica para poder ser protegidos por algún grupo de poder. Estamos sumergidos en una situación social en la que es más fácil adorar e identificarse con un mártir, víctima de los abusos de nuestro gobierno, que a una de nuestras autoridades por las acciones que haya realizado en favor del pueblo.

¿Y qué pasa con nuestro gobierno? Nos dan ‘atole con el dedo’ diciendo que «se va a buscar a los responsables de tal atrocidad y que se les castigara como debe hacerse por que atentados aberrantes contra las garantías individuales no pueden suceder en una nación que apunta a desarrollarse de forma integral…»

MIERDA…

Nos han colocado en una posición de «miedo integral». No se puede confiar en la información oficial que los órganos gubernamentales aportan, así como tampoco puede confiarse en lo que los medios de comunicación nos dicen. Pensar en confiar en lo que los medios independientes nos dicen puede ser un arma de doble filo ya sea por su tendencia reaccionaria o por su falta de argumentos convincentes. Es decir, no sabemos en estos momentos qué es lo que realmente está pasando en nuestro mundo.

No tenemos algo o alguien que nos dé la certeza de que la información que recibamos sea 100% objetiva y real, sin sesgos ni ediciones tendenciosas. Cuando alguien ha intentado decir algo que se salga de las «políticas» de comunicación puede perder su trabajo y ser fichado casi como enemigo público. Sí, se pone casi a mismo nivel de un terrorista por «querer provocar a la población» (¿Twitteros de Veracruz? ¿Carmen Aristegui?).

Se nos habla de una lucha frontal al narcotráfico para poder vivir en paz, pero una persona no puede hacer uso de las redes sociales por que es aprehendido. Esto es totalmente incoherente, tan grandemente insensato, que es más lógico pensar que está hecho así a propósito que por descuido de los que armaron la estrategia de acción. Pensar en una sociedad que viva en paz debe implicar dos cosas muy importantes: libertad y respeto. Ambas fueron groseramente violadas hoy con la detención de Mario.

Es totalmente indignante que la detención de un twittero, que debe igualmente mencionarse que tiene comentarios que pueden resutlar irritantes y transgresores, sea casi igual de relevante que la caída del líder de un cártel o la detención de un asesino. No señores, no es lo mismo bajo ninguna circunstancia.

Por otro lado, creo también que, aunque no existe nada escrito sobre piedra, debe existir cierta prudencia y responsabilidad sobre los contenidos que se emiten en las redes sociales. Tener cierto número de personas que leen nuestros contenidos no es competencia y, mucho menos, un juego. Hablar de ‘que por la muerte de una persona (independientemente del cargo que tuviera en el gobierno federal) trae cosas buenas como salir temprano del trabajo’ es algo francamente estúpido. Sin embargo, sigue sin ser algo como para que alguien sea sustraído de su hogar y llevado a las oficinas de la PGR en calidad de detenido.

En este sentido, si alguna represalia debe dársele a Mario, debe ser moral y por parte de su entorno familiar o amistoso, no por parte de las autoridades encargadas de la impartición de justicia. Si él, Mario, encuentra gracioso o conveniente que la muerte de Francisco Blake le permita salir temprano del trabajo, esperemos entonces que sea igual de cómico y ocurrente cuando fallezcan sus padres o alguien a quien de verdad quiera y tenga que salir temprano del trabajo a velarlos (cosa que para nada deseo, ni al él ni a nadie). Ese es el tipo de represalia que él debe tener, no ser privado de su libertad de una forma tan ruin.

¿»Viejo régimen»? A mi entender, sólo está cambiando la forma, pero el fondo sigue siendo el mismo. ¿Mario Flores es un mártir? No, definitivamente no lo es y no debe serlo y está en nosotros, como sabedores de la situación y con capacidad de usar redes sociales, hacer notar que la situación de manejos nocivos de información nos tiene HASTA LA MADRE. No es Mario al que debemos apoyar por que no está pidiendo nada ni está haciendo nada a favor de la gente, NADA. Al contrario, un tweet de muy mal gusto desencadenó todo lo necesario para ser impunemente aprehendido. Uno imprudente, el otro «de mecha corta» y un muy mal timing hicieron que todo esto sucediera.

Creo que ahora más que nunca es el momento de hacernos escuchar, pero tenemos que hacerlo de una forma que sea efectiva. Tenemos, todos, una facilidad pasmosa para decir que tenemos un gobierno estúpidos, pero igualmente estúpidos somos nosotros al querer hacernos oír por la fuerza. Hay modos más fáciles de hacerlo, el gobierno está para servir al pueblo y no al revés, y eso es algo que no debemos olvidar nunca. El hecho de que así sea nos da el poder de poder modificar las cosas que nos molestan como sociedad. Burlarse de la muerte de un elemento de gobierno y destacar el «beneficio» que esto le da a alguien, resulta igual de triste, estúpido e insensato que la detención misma del autor de la burla.

Every new beginning comes from some other beginning’s end

Fui a ver la  película «Friends with benefits» y, aparte de reconfirmar que Mila Kunis es el gran amor de mi vida, salieron varios puntos que quiero plasmar en esta entrada. Aquí más que nunca me gustaría que  expongan sus puntos, para armar una discusión rica y no una de polémicas.

Más allá de pensar en que si alguien involucra sentimientos o no, creo que el primer punto es ser lo suficientemente honestos con uno mismo, más allá de pensar en la otra persona, como para decir bien qué es lo que realmente queremos. Si no queremos serle total y absolutamente fiel a alguien, mejor no hablar de noviazgos. Siempre hay alguien para cada cosa y seguramente encontrarán a alguien que esté en el mismo mood que ustedes. Si realmente quieren estar con alguien y dedicarle el 100% de su atención (en cuanto a relaciones) búsquenlo y no den señales confusas o que puedan malinterpretarse. Sabemos todos, de antemano, que es más fácil enamorar a alguien por las buenas que por las malas. Es decir, es más fácil ser estereotípicamente bueno y «el ideal»  que pretender enamorar a alguien pretendiendo ser súperintelectual, súpercagado, súpersexoso o (el peor de todos) súperinalcanzable. De verdad, creo que no hay actitud más sexy que la sencillez. El que es cagado, intelectual, sexoso (o como quieran) por naturaleza, no necesita destacarlo. Tiene otras cosas que mejorar.

Si proponen a alguien una relación en la que sea puro sexo, ¡adelante! Y a la chingada los prejuicios de los retrógrados y los puristas. Pero si la van a tener, tienen que ver con mucho cuidado todo lo que una relación de ese estilo involucra. Aventarse al «chinguesumadre» es el peor error. Se debe pensar, platicar y acordar. Dado esto, (literal) dense!

Esto de las relaciones, en cualquier sentido, requiere madurez. Mal que bien uno adquiere compromisos. Ya sea de ser fiel o de no armar broncas a diestra y siniestra, uno siempre hace algo por estar con la otra persona y esto es mutuo, es una de esas negociaciones que suelen ser gana-gana. ¿Porqué no trabajarlas para que sean así? No está mal querer tener un free con alguien, esto no hace a los hombres patanes ni a las mujeres putas. Por el contrario, creo que se requiere de una madurez y apertura mental mucho mayor al promedio para tener una relación que estaría vista mal en un contexto común de nuestra sociedad. ¿Tienes la madurez? Adelante, si no, sé lo suficientemente honesto contigo y NO LO HAGAS. Si sabes que al primer acostón te enamoras, no estás hecho para eso; como tampoco estás hecho para tener una relación de noviazgo formal si estás con tu novi@ y le mandas mensajes a otr@. No. Es justo esta parte la que hace a los weyes patanes y a las mujeres putas. Esta falta de determinación y de creer que el único modo de poder tener a la persona que les gusta es engañándola.

Como dice la rola, every new beginning comes from some other beginning’s end. Si quieren hacer algo nuevo, acaben lo anterior. Así es como se hacen las cosas y ese pequeño paso es el que distingue a la persona decente del cagable.

 

 

Réquiem

Hoy tuve uno de esos encuentros con la fragilidad humana y la facilidad con la que el hombre puede enternecerse ante ésta o, por el contrario, ignorarla de la forma más descarada.

Contaré lo más fielmente posible lo que me sucedió, espero de verdad sus comentarios esta vez, me interesa mucho que es lo que piensan. Olvídense de sentimentalismos y sean honestos con su respuesta por favor (si deciden escribir algo):

Tomaba hoy en la mañana un taxi, cuando, después del sexto intento, se detuvo uno. Un hombre de grandes proporciones, malencarado, aspecto descuidado y empequeñecidos ojos rojos me abrió amablemente la puerta dándome los buenos días. Rápidamente le contesté y le pedí dirigirse al metro Barranca del Muerto para poder llegar lo más rápido posible a mi oficina (a la que iba un tanto retrasado).

Un celular, evidentemente no el mio, empezó a vibrar y de inmediato contestó el taxista «Qué pasó papá…  No, fíjese que me quedó bien mal, pero… no, a ver, espérese…  no se vaya a salir..  El ataúd va a llegar a la una más o menos. Ayúdeme con eso, no sea malo… ¡NO! Por favor no vaya a decirle nada a mi hija, ahorita estoy regresando de arreglar unos papeles (cosa que se me hizo muy rara considerando que recién me había subido al auto) y ya me voy para allá.. no se preocupe papá…».

Acto seguido a esto, el conductor entró en un silencio denso, un silencio de aquellos en los que uno sabe que no debe decir nada, mover nada, cambiar nada; uno debe simplemente estar. Lo único que rompía el silencio eran frecuentes sollozos, acompañados de manos que, nerviosas, buscaban evitar a toda costa que viera las lágrimas que de sus ojos salía. Yo opté por disimular y hacer como si estuviera leyendo algo en mi iPod cuando repentinamente el silencio se rompió con una voz fuerte y entrecortada: «Disculpe lo que acaba de oír joven, es que anoche falleció mi esposa y yo venía acá a Copilco por un dinero para la funeraria.»

En ese momento sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo completo, no pude emitir palabra (y qué bueno que no salió, dada mi facilidad para decir estupideces en momentos delicados, seguramente hubiera dicho algo totalmente incoherente) no pude evitar pensar de inmediato en cómo las únicas tragedias que al hombre le importan son las suyas. «Uno ya no puede confiar ni en la familia -prosiguio-, este pendejo me hizo venir desde Milpa Alta hasta Copilco por un dinero y ahorita que llegué a su casa, no estába el hijo de la chingada, ¡NO ESTABA! No era tanto lo que le pedí, joven, de verdad, o ¿se le hace mucho dos mil pesos? Era para la funeraria de mi mujer». Intenté decir algo que mínimamente reconfortará el dolor de este hombre, pero creo que mi nerviosismo se hizo evidente más allá de mis palabras y regresé a simplemente callar y escuchar. Es lo menos que podía hacer por él. Siguió hablando: «Ahora lo que me preocupa es cómo decirle a mi niña que su mamá se murió? Tiene 6 años joven, ¿se imagina? Aparte me da miedo decirle. Ella tiene síndrome de Down y pues ellos están mal de su corazón. No quiero que se me vaya ella también.»

Me quedé helado, le dije con voz baja, como regañada, que me dejara en la siguiente esquina para que pudiera retornar lo más pronto posible a su casa. Al ver el taxímetro noté que apenas había rebasado los 18 pesos. Pensé en bajarme del carro pagar y no voltear. No. No era lo que una persona mediamente decente hubiera hecho. Es simple humanidad carajo, yo pensaba comprarme una hamburguesa con el dinero que traía y, probablemente, alguna estupidez que se me cruzara en el camino. El, en cambio, tenía el tiempo agotado para conseguir dinero y darle a su mujer un funeral digno. Tomé los 150 pesos que tenía en la cartera y antes de pensar otra cosa se los entregué, tomándole del hombro con la mano izquierda y apretando fuerte su mano, mientras tomaba los billetes, con la otra. No sé qué habrá pensado al principio, pero cuando vio los billetes en su mano volteó el cuerpo completo y dejo su rostro al descubierto, humedecido, enrojecido e hinchado de tanto llanto. Entre sollozos me dio las gracias, «le darás un mucho mejor uso que yo» le dije y, tomándolo de nuevo del hombro, baje de nuevo del taxi para ver como de lejos me agradecía y yo, en una revoltura de tristeza, pena y rabia, me enfilaba a entrar apresuradamente a la estación del metro.

¿Qué piensan? Por favor díganme, me interesa conocer su lado humano.

Empezaré yo.

Pienso que muchas veces hemos oído la frase de siempre hay alguien que está mejor/peor que tú. Pero nunca nos hemos puesto a pensar en lo que le pasa a la gente. Nos hemos puesto a pensar en lo mierda que nos parece la situación global, atascada de crisis, guerras, enfermedades; pero no nos hemos puesto a pensar en las tragedias que azotan la vida de una persona, y la necesidad de liberarse del stress que tanto dolor y lamento generan. ¡Imagínense! ¡Este hombre perdió a su mujer, su esposa, perdió a su amada, y no conforme, pudo haber perdido a su hija el mismo día! ¿Y qué hacía? ¡Trabajando! Forzado por la situación si así lo desean, pero estaba trabajando para darle santa sepultura a su pareja. Esos, queridos lectores, esos son problemas. Esas son las situaciones que de verdad deben alterar y preocupar a una persona.No la crisis económica, no la guerra de Libia, no las ladies de polanco ¡no! ¡Este hombre perdió al motor de su vida, a la madre de su hija! ¿Se imaginan como será el día de mañana para este hombre?

¿Y tú por qué te preocupas?

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.